Estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional
“San Luis Gonzaga” de Ica
Descalza, recorre la Calle Santo Solano1,
jugueteando, cantando y bailando un festejo al Son de los Diablos2;
Santa Efigenia “Reina y Protectora del Arte Negro Nacional”3, me
conduce a la sinfonía mística gastronómica que crea y transforma su legado. Con
su bendición y protección, pinta en el rostro de Doña Julia Arizaga la alegría
-y en su espíritu- el milagro culinario que nace al recital del corazón.
Tía Julia -como desea que la llame-, estrechándome su
mano morena cargada del arte, me da la bienvenida a su abrigadora y talentosa
familia. Y así, sumida a su pasión, podrá regalarnos y trasmitirnos sus saberes
y sabores de su pueblo afroperuano...
Hallados en el viejo corralón de su humilde hogar, las
llamas del fogón besan muy ardientes la olla de barro; y con ello, Tía Julita
pone a sancochar 4 kilos de frejol canario por espacio de
30 minutos. Quiero recordar que desde la mañana ya los frejoles habían sido
puestos a remojar, para que al momento que fuesen retirados de sancochar, sus
cascaras puedan aflojar con facilidad.
Al verla con agilidad y dedicación pelar frejol por
frejol, le pregunto: ¿Qué siente al preparar este dulce?
-
Nostalgia y alegría,
porque emocionalmente se que en este momento mi madre está aquí a mi lado, dirigiéndome
y susurrándome sus propias técnicas tradicionales que desde pequeña aprendí en compañía
de mis hermanas, y que hoy las aplico con paciencia y amor en todo lo que hago.
Ante los pies del despertar de la noche del Jueves Santo,
Tía Julia me impregna la mítica relación que existe entre el alma y el corazón.
Ella es tímida, no le gustan las cámaras, pero su gentiliza captura la visión
del continuar con la costumbre y tradición de su gente flor del arte negro,
como una fotografía espiritual que cultiva la vida misma de un Canto a Cañete4.
Al tener los frejoles pelados, nuevamente los vierte
sobre la olla y le agrega algo más de agua. Una vez pasada la hora, con sus
manos milagrosas cierne sobre un cedazo5y saca la harina del
ingrediente principal. La harina tiene que ser cocinada, al paso le va
agregando azúcar (en doble de cantidad que el de los kilos de frejol) y
especerías (clavo de olor, canea, anís, ajonjolí y pimienta dulce). Cogiendo
una paleta, remueve y remueve, hasta el punto que el preparado tome un color
semejante al de la canela. “El trabajo lleva hora sobre horas, pero es
satisfactorio finalizarlo”, comenta Julia.
La leche evaporada, de entre 6 a 8 tarros, ingresa casi
al final. De la misma forma, con la ayuda de la paleta remueve y remueve.
Comenta que cuando llega a ver el fondo de la olla, su trabajo ya está listo
para ser degustado.
Un legado culinario afroperuano que endulza nuestro
corazón durante todo el año, y en especial en Semana Santa; nos llena de dicha
y orgullo como aquel gol anotado por Farfán ante Chile, punto de un festejo que
nos devuelve la esperanza de lograr el añorado triunfo y ver flamear nuestra
bicolor en lo más alto.
1-
SANTO SOLANO: CALLE DE
SAN LUIS DONDE NACIÓ CAITRO SOTO Y RONALDO CAMPOS
2-
SON DE LOS DIABLOS: DANZA
AFROPERUANA
3-
SANTA EFIGENIA “REINA Y PROTECTORA DEL ARTE NEGRO
NACIONAL: PATRONA DE LA CULTURA AFROPERUANA
4-
CANTO A CAÑETE: TEMA
DE CAITRO SOTO EN HOMENAJE A CAÑETE
5-
CEDAZO:
INSTRUMENTO SIMILAR AL COLADOR
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