Armatoste de metal,
con engranajes de luna y una puerta media rara que se abría y cerraba.
Sus colores, los que la identificaron como tal, según escogió la compañía en la patria querida.
Tenían y contenían secretos, y los guardaban con reserva, como muertos que no escuchan; el del relato, ya no cumple su función, pués, le llegó su final por los maltratos, y el fenomenal avance tecnológico, hechos que lo hicieron inservible. Al final, todo lo bueno y lo malo que se hizo dentro de élla , se murió también junto con sus fierros y lunas; y lo que allí dijeron los usuarios, se lo llevó el viento. De la caseta, sólo quedaron recuerdos.
Llama una dama al amigo para pedirle prestado
un poquitín de dinero, pues se encuentra misia.
Con todo gusto, responde el interlocutor, no faltaba más.
Otra dama marca un número, e inicia su inacabable conversación.
Habla y habla tonterías, y nada más, a otra tonta que se encuentra Dios sabe dónde, la palabrería hecha baba, la expresión propia de la incultura en la comunicación.
Minutos trás minutos desenvuelven un rollo de puro chisme y estupideces.
Entra un viejo sesentón. Afina la voz y con dulzura disfrazada, - lobazo -
habla a una dama interesada, conviniendo en una cita,
posiblemente para irse a un hotel, o a comer a un restaurant; o quién sabe, para invitarla a rezar. ¡ Engáñame nomás!
Le sigue otro para avisar que no llegará temprano a la casa porque tiene una reunión de último momento; y al terminar, se dirige presto al cinco y medio “ muy bien acompañado”. Era, es, y será siempre la clásica, cursi y rutinaria engañifa.
Entra una dama llorando, para informar a un miembro de su familia que su esposo ha fallecido, y que requiere ayuda; y el fono se llena de llanto, y los hilos trasmiten tristezas, de esas que se sienten pero que no se escuchan....
Y así van entrando, uno que otros: gordos, flacos, más flacos que gordos, viejos, jóvenes de ambos sexos, y unos que otros del otro bando. Cada cual con su conversación propia de su circunstancia, su cultura, intereses y necesidades.
Y la caseta allí, infestándose de hedores.
Una estudiante llama a su “firme” para quedar en ir al cine, o irse a la disco a bailar. El sugiere a los dos sitios y al final, deciden irse a comer... UM!!! Provecho!!!!
Otro sujeto de humores calientes, clama y reclama a un deudor que se niega a pagar la deuda que le mantiene. Qué le dirá el otro, que su acreedor se enciende más y más?... Conchudo el carajo del otro lado de la línea.
Entra por fin, al parecer un señorín, que habla fino, y tono bajo, que mis decibeles no alcanzan a escuchar, ni mis ojos interpretar sus movimientos labiales. Es un hombre, pero con típicas características sicosomáticas de hembra
Y la caseta allí, recibiendo a los “ usuarios”, llena de inscripciones por dentro...
Entra una mujer y con palabras enrostra al padre de sus hijos ante su falta de cumplimiento de las pensiones alimentarias... Esta es otra de las llamadas que dan pena, dolor y coraje. Qué le contestará el obligado que la pobre mujer se llena de llanto y sube la voz sin graduación, hasta que del otro lado suena el golpe seco de un auricular estampado con cierta fuerza; el hombre perro se dio el lujo de terminar la conversación con la violencia con que actúa frente lo que es cumplimiento de obligaciones y derechos. Qué rico tipo!!!. Hace hijo y lo expone al abandono material, moral y espiritual, y hasta se dá el lujo de afirmar que no es suyo, con argumentos vacíos, llenos de inhumanidad.
Diario acontecer, vida socio comunicativa variopinta... No he puesto al corrupto que conchudamente pedía su marmaja, su tajada, su mordida, porque en su afán del dinero dicen que dulce o fácil, “privadamente” en forma personal usaba el fono asignada a la misma oficina donde operaba, o su celular, en algunos casos, y en otros el que le otorgaba su propio benefactor del dinero negro mal habido ofertado en el acuerdo.
Mientras la caseta cumplía su tarea, hijos del pueblo día a día también habían escrito, a sus anchas, cantidad de boberías, necedades, ideas; pensamientos de todo color que en algunos casos iban hasta a los hilarantes que hasta al más serio hacían reír... pintas que los gringos acá, llaman graffitis.
Habían figuras grotescas simulando los órganos sexuales, de todo tamaño; dichos, rayas, mensajes, corazones trazados con algún instrumento metálico, poemas y muchísimas “invenciones” de diferentes matices. Encontrábamos los de corte político también.... Sin duda alguna, en esa pobre caseta entraron alguna vez sujetos inquietos, ávidos de expresar sus limitaciones, frustraciones, desviaciones, ansiedades, “vocaciones “ de pintores, o poetas, críticos, analistas, antiapristas, frustrados, o simples “pinches gangueros” como dicen los mexicanos.
También habían respuestas de otros; antítesis culturales de moralistas o formales.
Todo eso y “ muchas cosas más” y la vida seguía igual, como decía la canción.
Cada día nuevas señas, caras nuevas o las mismas, a todos los recibía la caseta telefónica, sin hacer distingos de ninguna clase, no era racista ni elitista,
Todo esto, en una que todavía no la habían “ desmadrado” como dicen también los mexicanos. Porque habían otras, donde en verdad, entraron vándalos, imbéciles, cretinos, tipejos con espíritu dañoso, antisociales, lacras y no sé que otras especies más: cortaban el cordón, se robaban los audífonos, se orinaban adentro, otros defecaban ante tan horrible necesidad y cartelitos con anuncios de “ malogrado” que habían en las puertas de los baños de los bares o restaurantes aledaños a la pobre caseta; y no sólo eso, sino también con la cajuela vacía, porque algunos “ aprendieron” a robar el dinero usando el “buen o mal ingenio criollo” del ratero urbano; y por desgracia la mayoría muchachos en formación; MALEANTES EN POTENCIA, diría yo, que quizá hoy ya están graduados ejerciendo en una celda de los penales que cubren la ciudad.
Dejo constancia que con esta página no defiendo a la empresa que es dueña de la misma, hago apología a la defensa del servicio, lo que significaba tener a la mano un teléfono, una caseta limpia y una ordenada fila de responsables y comprensivos usuarios.
Con esta página fluye que estoy contra la insanía, el ganguerismo y todo aquello que hace generar un estereotipo de incivilización a una sociedad por culpa de pocos; que por desgracia están y pululan por todas partes.
Alguien que lea esta página quizá tenga otros argumentos justificando esos hechos porque la compañía “ explotaba” al usuario; eso es otra cosa. Si es así, en ejercicio regular de su derecho la demanda o denuncia debería haber suplido o suplir a tales actos. . Más como ahora hay nuevos servicios que han reemplazado a las casetas, no sé qué otras criolladas estarán apareciendo, sin embargo vuelvo a gritar
Velemos por el servicio, cualquiera que este sea, y donde sea.
Es otro grito de Antonio RUIZ, desde Wisconsin USA.
Sábado Mayo 24 del 2008
con engranajes de luna y una puerta media rara que se abría y cerraba.
Sus colores, los que la identificaron como tal, según escogió la compañía en la patria querida.
Tenían y contenían secretos, y los guardaban con reserva, como muertos que no escuchan; el del relato, ya no cumple su función, pués, le llegó su final por los maltratos, y el fenomenal avance tecnológico, hechos que lo hicieron inservible. Al final, todo lo bueno y lo malo que se hizo dentro de élla , se murió también junto con sus fierros y lunas; y lo que allí dijeron los usuarios, se lo llevó el viento. De la caseta, sólo quedaron recuerdos.
Llama una dama al amigo para pedirle prestado
un poquitín de dinero, pues se encuentra misia.
Con todo gusto, responde el interlocutor, no faltaba más.
Otra dama marca un número, e inicia su inacabable conversación.
Habla y habla tonterías, y nada más, a otra tonta que se encuentra Dios sabe dónde, la palabrería hecha baba, la expresión propia de la incultura en la comunicación.
Minutos trás minutos desenvuelven un rollo de puro chisme y estupideces.
Entra un viejo sesentón. Afina la voz y con dulzura disfrazada, - lobazo -
habla a una dama interesada, conviniendo en una cita,
posiblemente para irse a un hotel, o a comer a un restaurant; o quién sabe, para invitarla a rezar. ¡ Engáñame nomás!
Le sigue otro para avisar que no llegará temprano a la casa porque tiene una reunión de último momento; y al terminar, se dirige presto al cinco y medio “ muy bien acompañado”. Era, es, y será siempre la clásica, cursi y rutinaria engañifa.
Entra una dama llorando, para informar a un miembro de su familia que su esposo ha fallecido, y que requiere ayuda; y el fono se llena de llanto, y los hilos trasmiten tristezas, de esas que se sienten pero que no se escuchan....
Y así van entrando, uno que otros: gordos, flacos, más flacos que gordos, viejos, jóvenes de ambos sexos, y unos que otros del otro bando. Cada cual con su conversación propia de su circunstancia, su cultura, intereses y necesidades.
Y la caseta allí, infestándose de hedores.
Una estudiante llama a su “firme” para quedar en ir al cine, o irse a la disco a bailar. El sugiere a los dos sitios y al final, deciden irse a comer... UM!!! Provecho!!!!
Otro sujeto de humores calientes, clama y reclama a un deudor que se niega a pagar la deuda que le mantiene. Qué le dirá el otro, que su acreedor se enciende más y más?... Conchudo el carajo del otro lado de la línea.
Entra por fin, al parecer un señorín, que habla fino, y tono bajo, que mis decibeles no alcanzan a escuchar, ni mis ojos interpretar sus movimientos labiales. Es un hombre, pero con típicas características sicosomáticas de hembra
Y la caseta allí, recibiendo a los “ usuarios”, llena de inscripciones por dentro...
Entra una mujer y con palabras enrostra al padre de sus hijos ante su falta de cumplimiento de las pensiones alimentarias... Esta es otra de las llamadas que dan pena, dolor y coraje. Qué le contestará el obligado que la pobre mujer se llena de llanto y sube la voz sin graduación, hasta que del otro lado suena el golpe seco de un auricular estampado con cierta fuerza; el hombre perro se dio el lujo de terminar la conversación con la violencia con que actúa frente lo que es cumplimiento de obligaciones y derechos. Qué rico tipo!!!. Hace hijo y lo expone al abandono material, moral y espiritual, y hasta se dá el lujo de afirmar que no es suyo, con argumentos vacíos, llenos de inhumanidad.
Diario acontecer, vida socio comunicativa variopinta... No he puesto al corrupto que conchudamente pedía su marmaja, su tajada, su mordida, porque en su afán del dinero dicen que dulce o fácil, “privadamente” en forma personal usaba el fono asignada a la misma oficina donde operaba, o su celular, en algunos casos, y en otros el que le otorgaba su propio benefactor del dinero negro mal habido ofertado en el acuerdo.
Mientras la caseta cumplía su tarea, hijos del pueblo día a día también habían escrito, a sus anchas, cantidad de boberías, necedades, ideas; pensamientos de todo color que en algunos casos iban hasta a los hilarantes que hasta al más serio hacían reír... pintas que los gringos acá, llaman graffitis.
Habían figuras grotescas simulando los órganos sexuales, de todo tamaño; dichos, rayas, mensajes, corazones trazados con algún instrumento metálico, poemas y muchísimas “invenciones” de diferentes matices. Encontrábamos los de corte político también.... Sin duda alguna, en esa pobre caseta entraron alguna vez sujetos inquietos, ávidos de expresar sus limitaciones, frustraciones, desviaciones, ansiedades, “vocaciones “ de pintores, o poetas, críticos, analistas, antiapristas, frustrados, o simples “pinches gangueros” como dicen los mexicanos.
También habían respuestas de otros; antítesis culturales de moralistas o formales.
Todo eso y “ muchas cosas más” y la vida seguía igual, como decía la canción.
Cada día nuevas señas, caras nuevas o las mismas, a todos los recibía la caseta telefónica, sin hacer distingos de ninguna clase, no era racista ni elitista,
Todo esto, en una que todavía no la habían “ desmadrado” como dicen también los mexicanos. Porque habían otras, donde en verdad, entraron vándalos, imbéciles, cretinos, tipejos con espíritu dañoso, antisociales, lacras y no sé que otras especies más: cortaban el cordón, se robaban los audífonos, se orinaban adentro, otros defecaban ante tan horrible necesidad y cartelitos con anuncios de “ malogrado” que habían en las puertas de los baños de los bares o restaurantes aledaños a la pobre caseta; y no sólo eso, sino también con la cajuela vacía, porque algunos “ aprendieron” a robar el dinero usando el “buen o mal ingenio criollo” del ratero urbano; y por desgracia la mayoría muchachos en formación; MALEANTES EN POTENCIA, diría yo, que quizá hoy ya están graduados ejerciendo en una celda de los penales que cubren la ciudad.
Dejo constancia que con esta página no defiendo a la empresa que es dueña de la misma, hago apología a la defensa del servicio, lo que significaba tener a la mano un teléfono, una caseta limpia y una ordenada fila de responsables y comprensivos usuarios.
Con esta página fluye que estoy contra la insanía, el ganguerismo y todo aquello que hace generar un estereotipo de incivilización a una sociedad por culpa de pocos; que por desgracia están y pululan por todas partes.
Alguien que lea esta página quizá tenga otros argumentos justificando esos hechos porque la compañía “ explotaba” al usuario; eso es otra cosa. Si es así, en ejercicio regular de su derecho la demanda o denuncia debería haber suplido o suplir a tales actos. . Más como ahora hay nuevos servicios que han reemplazado a las casetas, no sé qué otras criolladas estarán apareciendo, sin embargo vuelvo a gritar
Velemos por el servicio, cualquiera que este sea, y donde sea.
Es otro grito de Antonio RUIZ, desde Wisconsin USA.
Sábado Mayo 24 del 2008
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