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DESDE CAÑETE PARA EL MUNDO

sábado, 24 de octubre de 2009

ALZANDO VUELO...POR IVAN REINA RAMOS

La diversidad de especies de aves en Asia es tan sorprendente como desconocida. A pocos minutos de Lima es suficiente para avistarlas en el mar, la arena, los desiertos, los ríos secos y los campos de cultivos. También hay de aquellas que alzaron vuelo sin anunciar su retorno. Iniciamos este viaje junto al prestigioso fotógrafo de naturaleza Alejandro Tello Guevara y al reconocido biólogo Pablo Merino Sandoval a fin de reencontrarnos con los seres alados, la naturaleza, la vida misma.

Escribe: Iván Reyna Ramos

Fotos: Alejandro Tello Guevara

Saliendo de Lima con rumbo al sur se llega al valle de Asia, el distrito cañetano que en época de verano recibe a miles de visitantes en sus playas. Pero poco se sabe de su rica biodiversidad de aves, algunas de origen migratorias y otras residentes que habitan los roquedales y playas desde el kilómetro 92 de la Panamericana sur hasta el 117, y también las que viven en las campiñas y lomas del espinazo costero de un valle sometido a desoladoras sequías y cultivos carentes de granos.

De los cuatro millones de aves guaneras que existen en las islas del Perú, en Asia viven unas 105,000 nada menos. La Isla guanera de Asia que se acompaña de siete islotes en un área de 71 hectáreas, es una de las reservas mejor conservadas del país que sirve de hábitat a cientos de Piqueros comunes (Sula variegata), Guanayes (Phalacrocórax bouganvillii), Pelícanos peruanos (Pelecanus thagus), Pingüinos de Humboldt (Spheniscus humboldti), Zarcillos (Larosterna inca), Gaviotas peruanas (Larus belcheri), Ostreros común (Haematopus palliatus). La biodiversidad de esta única Isla guanera cañetana que se encuentra a una milla náutica (1,852 metros) de los balnearios de Asia, se debe en gran parte a los esfuerzos estatales de Proabonos (ahora Agrorural), Marina de Guerra, y el Inrena (ahora Sernanp).

En el recorrido que se estira por los peñascos y acantilados de Pasamayito, El Rincón, Matacaballo, La Ballena, Valdivia y Los Lobos; se logró avistar grandes grupos del Playero blanco (Calidris alba) que iban y venían al compás de las olas; al Cushuri o Patillo (Phalacrocorax brasilianus); la Chuita (Phalacrocorax gaimardi) perchada estratégicamente entre unos inaccesibles paredones donde anidan junto al Marisquero (Cinclodes taczanowskii), que es una de las aves endémicas o exclusivas del país; el Chorlo nevado (Charadrius alexandrinus); la Gaviota dominicana (Larus dominicanus) y la Gaviota de capucho gris (Larus cirrocephalus).

Según Alejandro Tello, responsable del proyecto Refugios del Desierto, quien trabaja activamente en estratégicos ecosistemas de la costa peruana, “las aves migratorias hacen su paso por las playas de La Isla, Las Palmas, Rosario, Sarapampa, aproximadamente a partir de noviembre provenientes de las Tundras Septentrionales (Alaska, Canadá, EEUU) camino a la Tierra del Fuego, y después regresan en el mes de abril”. Entre las aves que nos visitan se encuentra la Gaviota de Franklin (Larus pipixcan), el Águila pescadora (Pandion haliaetus), el Gaviotín elegante (Sterna elegans), el Rayador (Rinchops niger), el Gaviotín común (Sterna hirundo), el Chorlo Semipalmado (Charadrius semipalmatus), los Patas amarilla menor (Tringa flavipes), el Playerito manchado (Actitis macularia), el Zarapito trinador (Numenius phaeopus), el Vuelvepiedras (Arenaria interpres). También, con un poco de atención y durante algunos días, es posible ver al Chorlo Ártico (Pluvialis squatarola), que con un recorrido anual de más de 25 mil kilómetros desde la región subártica de Norteamérica hasta la Patagonia y viceversa marca todo un récord de las aves migratorias, ilustra el especialista.

Pero también hay aves que migran de sur a norte, es el caso de la Gaviota gris (Larus modestus) que viene desde Chile, igualmente el espectacular y poco común Chorlo de campo (Oreopholus ruficolis). De la sierra descienden especies como las bullangueras bandadas del Periquito cordillerano (Bolborhynchus aurifrons), y en otros tiempos, probablemente bajaba el flamenco o Parihuana (Phoenicopterus chilensis) debido a que se ha encontrado retratado a este plumífero en uno de los tejidos de Huaca Malena. Por entonces, Asia contaba con lagunas en Esquina de Asia y El Tambo. El Padre español Bernabé Cobo en su crónica del Nuevo Mundo (1653), se refería a estos humedales de la siguiente manera: “Unas son redondas y otras cuadradas y con otras formas diferentes; mas, por la mayor parte, son largas y angostas; algunas hayamos de extraña grandeza, cual es una que está en el valle de Asia de esta Diócesis de Lima, por la cual pasa el camino Real de los Llanos, que tiene buena media legua de largo”. De manera que esta laguna posiblemente albergó a especies de garzas y patos, pero se agotó hace unos veinte años por efectos de la sequía.

El valle de Asia también experimenta el cambio climático que entre otras cosas ha modificado la vida de las aves. Es el caso del Huerequeque (Burhinus superciliaris) que antes se alimentaba de insectos y ahora lo hace de uvas. Igual sucede con la Cuculí (Zenaida asiatica) que de las semillas pasó a la dieta de las frutas. Sobre estos cambios alimenticios, el biólogo Pablo Merino sostiene que “Las especies ornitológicas de este ecosistema en pos de sobrevivir en un espacio un tanto alterado, se ven obligadas a variar sus conductas y más en el aspecto alimenticio, tratando así de evitar cambios irreversibles en su reproducción”.

Para quienes vivimos de la agricultura de Asia, en los últimos tiempos hemos visto algunos cambios que merecen destacarse. Antes era costumbre cosecharse en la misma chacra el maíz amarillo duro, maíz blanco, alverjas, frijoles, garbanzos, de modo que abundaban los granos y semillas. Hoy esta práctica ya no existe, y por el contrario, los maizales se cortan en chala para los ganados, y los cultivos de alverjas y frijoles han sido reemplazados por frutales. Y lo que es más grave aún, para evitar las malezas se aplica herbicida que acaba con toda posibilidad de vegetación y por consiguiente con los alimentos de las aves. De ahí que los nuevos hábitos en las aves son más que un cambio, una imperiosa necesidad de subsistencia.

Pese a todo, los días en el valle agrietado y sediento de Asia sirvió para distinguir fácilmente a tres especies de colibríes: el Amazilia costeña (Amazilia amazilia), el Picaflor de cola ahorquillada (Rhodopis vesper) y el Picaflor de cora (Thaumastura cora). Tanto Alejandro Tello como Pablo Merino en un recorrido (que recomiendan por lo fácil y agradable) por los ríos Gallo, Grande y Chico, registraron especies como el Turtupilín (Pyrocephalus rubinus) conocido localmente como Putilla; la Rabiblanca (Zenaida auriculata) llamada también Madrugadora; la Tortolita (Columbina cruziana); la Cascabelita (Metriopelia ceciliae) reconocida al volar por emitir un sonido de campanitas; el Espiguero pico de loro (Sporophila peruviana); la Mosqueta silbadora (Camptostoma obsoletum); el Chisco (Mimus longicaudatus) más conocido como Chauco; el Dominiquí común (Poospiza hispaniolensis); el Tordo negro (Dives warszewiczi) también llamado chivillo; el Mielerito gris (Conirostrum cinereum); el Pepite (Tyrannus melancholicus); el Chichirre (Anthus lutescens); el Saltapalito (Volatinia jacarina) conocido por emitir un agudo sonido similar a un “¡chuíu!, ¡chuíu!”; el Triguero (Sicalis luteola); el Pichisanka (Zonotrichia capensis); el Gorrión americano (Zonotrichia capensi) con su canto característico de “fiu-fiu-fi-titititi”; y hasta bandadas de Huanchacos (Sturnella bellicosa) que los asianos conocen como Chirote.

Pero Asia también es territorio de lomas. Al norte del valle se encuentran Hierbabuena, El Sauce, Calero, Perico, Casablanca, Cueva de León, Atocongo, El Tarito, Pacay, El Huaranguito, Revolcadero, Los Indios y Marquesa. Mientras en el lado sur está Quilmaná, Hualcará, Pacay, Lúcumo, Cayará, Ancapuquio, Páchika, Huaranguito, Pancho Rosa, Gallito y Cerro Padre. Y es en estas lomas donde habita el Pampero peruano (Geosita peruviana), el Aguilucho común (Buteo polyosoma), el Halcón perdiguero (Falco femoralis), y el Puco puco menor (Thinocorus rumicivorus) que se le reconoce por sus vuelos nupciales. La noche se abre espacio para la Lechuza de los arenales (Athene cunicularia), el Chotacabras trinador (Chordeiles acutipennis) conocida localmente como Gallinita ciega, e incluso la pequeña lechucita Paca-Paca (Glaucidium peruanum).

Como hemos visto, caminar por Asia es también seguir una pequeña pero interesante ruta de los avistadores de aves, de ornitólogos y biólogos. Si retrocedemos en la historia, el reputado cronista español Pedro Cieza de León en su Crónica General del Perú dijo que “El Chuquimancu contemplaba en un cálido atardecer bandadas de avecillas que surcaban el horizonte marino, en busca de islas de reposo”. Eran millares de pájaros que el guerrero maleño conocía como pishkos.

Hoy nuestro país representa un territorio con más de 1800 especies de aves, superior a cualquier otro del mundo con excepción de Colombia. Y según BirdLife Internacional, el mercado de birdwatching crece cada día alcanzando la cifra de 100 millones de personas en todo el mundo. Esta fue una mirada a los seres alados de Asia, a los que no saben de fronteras, y a los que hay que preservar.

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