EL ODIO
Por: Ismael Tasayco
Empapado de una sabiduría que nunca lo ha caracterizado y luego de haber perdido ese brillo en los ojos que sólo tienen los enamorados, este nada respetable reportero se sienta a escribir sobre sus amores, sobre el odio que han dejado en su ser, sobre todo aquello que quiso gritar y con paciente hidalguía calló. A pedido del respetable; porque odio quieren más que indiferencia…
Odio la regla, el cólico, y las serenas con alas. Odio las pastillas del día siguiente que tuve que comprarte. Odio las rojizas marcas en el cuello que dejabas. Pero odio más las que dejaste en otros inimaginables lugares. Odio tu genio atravesado, el ponstan y tu cera depiladora. Odio que me hayas sacado a concursar en público cuando sabes que bailo festejo igual que el tango.
Odio que me hayas vuelto adicto a pollo de metro, solo por el ají de la casa. Odio los chistes ordinarios, que supongo seguirás contando. Odio los panqueques con miel que preparabas y que tuve tragarme en tu casa. Odio haber usado bividí este verano solo por complacerte. Odio haber pasado roche al decir que eres practicante de un diario de cincuenta céntimos. Odio los lentes de contacto que según tú, te hacían lucir mejor. Odio que duráramos tan poco. Me refiero al tiempo del romance. Mal pensados.
Odio tus sueños de pareja feliz. Odio más tu desquiciado afán por querer casarme (o cazarme?). Odio el matrimonio religioso y toda la inútil súper producción que las rodea: los partes, los recuerditos, las tortas que llevan un anillo oculto en la masa, los pajes, las damitas, los toldos, las sillas con faldita, el buffet, el bouquet y toda esa mierda. Odio que quisieras vivir chupeteándome en todo lugar y las 24 horas del día. Odio haber ido – por tu culpa - al sicólogo. Odio haber pagado tanto por ello. Odio que me llamaras cuando sólo querías sexo. Odio que esos revolcones duraran tan poco. Odio que pidieras más. Que no me dejarás dormir.
Odio cuando tu perro se desvivía por lamerme cada centímetro de cacharro. Odio que hayas salido en televisión coqueteando. Odio a tus mimados amigos que no aún no saben pararse frente a una cámara y ya se computan súper estrellas. Odio el excesivo maquillaje que a veces usabas. Odio a tus ex porque se pachamanquearon contigo, antes que yo. Odio que muchos de ellos tengan que ser mis “amigos”. Odio que cuando me veas me digas: ahora si podría decirte: gordito. Odio no poder volver a … ejem, mejor olvídalo.
Odio que hayas salido con un amigo mío. Odio no saber que pasó entre ustedes. A él no lo odio, mis patas son mi patas, pues.
Odio que ya tengas marido, esposo, pareja, compañero o como quieras llamarle. Odio que duermas bastante seguido con El. Odio las misas a las que me llevaste. Odio haberte encontrado en la puerta de mi casa esperándome. Odio haberte esperado en la puerta de tu casa. En realidad odio que tu casa haya tenido puerta. Odio haber perdido tanto tiempo. Odio que hayas perdido tanto tiempo, también. Odio tus celos. Los infundados mas aún. Odio tu cabello desordenado entrando a mi nariz. Solo de recordarlo me dan cosquillas.
Odio que cuando me presentabas a tus amigas me digan siempre: Eres reportero de la tele verdad? En serio, odio que me lo pregunten porque tú se lo contaste y no porque vean las noticias.
Odio no haber escrito así cuando estaba contigo. Odio no haber intentado decirlo. Odio que tengas que leerlo ahora. Odio que ya no te interese. Odio que tampoco me interese. Te odio porque eres feliz. Me odio porque no soy feliz. Seguramente seguirá así mi historia / Seguirá este orden / Porque Dios así lo quiso / Porque Dios también es hombre.
Odio la regla, el cólico, y las serenas con alas. Odio las pastillas del día siguiente que tuve que comprarte. Odio las rojizas marcas en el cuello que dejabas. Pero odio más las que dejaste en otros inimaginables lugares. Odio tu genio atravesado, el ponstan y tu cera depiladora. Odio que me hayas sacado a concursar en público cuando sabes que bailo festejo igual que el tango.
Odio que me hayas vuelto adicto a pollo de metro, solo por el ají de la casa. Odio los chistes ordinarios, que supongo seguirás contando. Odio los panqueques con miel que preparabas y que tuve tragarme en tu casa. Odio haber usado bividí este verano solo por complacerte. Odio haber pasado roche al decir que eres practicante de un diario de cincuenta céntimos. Odio los lentes de contacto que según tú, te hacían lucir mejor. Odio que duráramos tan poco. Me refiero al tiempo del romance. Mal pensados.
Odio tus sueños de pareja feliz. Odio más tu desquiciado afán por querer casarme (o cazarme?). Odio el matrimonio religioso y toda la inútil súper producción que las rodea: los partes, los recuerditos, las tortas que llevan un anillo oculto en la masa, los pajes, las damitas, los toldos, las sillas con faldita, el buffet, el bouquet y toda esa mierda. Odio que quisieras vivir chupeteándome en todo lugar y las 24 horas del día. Odio haber ido – por tu culpa - al sicólogo. Odio haber pagado tanto por ello. Odio que me llamaras cuando sólo querías sexo. Odio que esos revolcones duraran tan poco. Odio que pidieras más. Que no me dejarás dormir.
Odio cuando tu perro se desvivía por lamerme cada centímetro de cacharro. Odio que hayas salido en televisión coqueteando. Odio a tus mimados amigos que no aún no saben pararse frente a una cámara y ya se computan súper estrellas. Odio el excesivo maquillaje que a veces usabas. Odio a tus ex porque se pachamanquearon contigo, antes que yo. Odio que muchos de ellos tengan que ser mis “amigos”. Odio que cuando me veas me digas: ahora si podría decirte: gordito. Odio no poder volver a … ejem, mejor olvídalo.
Odio que hayas salido con un amigo mío. Odio no saber que pasó entre ustedes. A él no lo odio, mis patas son mi patas, pues.
Odio que ya tengas marido, esposo, pareja, compañero o como quieras llamarle. Odio que duermas bastante seguido con El. Odio las misas a las que me llevaste. Odio haberte encontrado en la puerta de mi casa esperándome. Odio haberte esperado en la puerta de tu casa. En realidad odio que tu casa haya tenido puerta. Odio haber perdido tanto tiempo. Odio que hayas perdido tanto tiempo, también. Odio tus celos. Los infundados mas aún. Odio tu cabello desordenado entrando a mi nariz. Solo de recordarlo me dan cosquillas.
Odio que cuando me presentabas a tus amigas me digan siempre: Eres reportero de la tele verdad? En serio, odio que me lo pregunten porque tú se lo contaste y no porque vean las noticias.
Odio no haber escrito así cuando estaba contigo. Odio no haber intentado decirlo. Odio que tengas que leerlo ahora. Odio que ya no te interese. Odio que tampoco me interese. Te odio porque eres feliz. Me odio porque no soy feliz. Seguramente seguirá así mi historia / Seguirá este orden / Porque Dios así lo quiso / Porque Dios también es hombre.